Ecos de la XVII Conferencia Internacional sobre el Sida 2008
La inseguridad alimentaria puede acelerar el avance del VIH/sida y afectar la adherencia de la terapia antirretroviral, reduce la capacidad y productividad en el trabajo, y compromete la sustentabilidad económica del hogar, señala un análisis elaborado conjuntamente por el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Mundial de la Salud y el Programa de VIH/sida de la ONU.
El documento señala que la seguridad alimentaria es vital para alcanzar la meta de acceso universal a la prevención, tratamiento, cuidado y atención del VIH/sida antes de 2010, año en el que los Estados miembros de las Naciones Unidas se fijaron como límite para alcanzar ese objetivo. En éste se advierten las acciones que los gobiernos, organizaciones civiles y socios internacionales pueden adoptar para asegurar la alimentación y nutrición en el contexto de la epidemia del sida.
La seguridad alimentaria y la nutrición, indica el reporte, son importantes en la respuesta a la epidemia porque el VIH deteriora el sistema inmunológico, y una vez que esto ocurre se exacerban los efectos del virus y propicia la aparición de enfermedades oportunistas.
Los adultos con VIH requieren entre 10 y 30 por ciento de más energía que los que no lo tienen. En el caso de los niños que viven con el virus, deben consumir alimentos que les proporcionen entre 50 y 100 por ciento más energía que el resto de la niñez. Sólo de esta manera los nutrientes pueden dotar al cuerpo de las defensas necesarias para resistir las infecciones oportunistas, sobre todo en los casos en que la atención médica no está disponible.
Un sistema inmunológico debilitado por la desnutrición aumenta la susceptibilidad a las infecciones y la permanencia óptima en los puestos de trabajo, lo que puede generar comportamientos de riesgo al intercambiar sexo por alimentos o dinero, arroja el documento titulado HIV, Food Security and Nutrition.
Sobre la prevención de la epidemia, se enfatiza la asociación positiva entre la educación y la reducción del riesgo de adquirir VIH, pues cuando los niños y niñas se informan sobre prevención, suelen adoptar comportamientos que reducen el riesgo de adquirir el virus.
Además, los altos precios de los alimentos pueden provocar que mucha gente migre en busca de trabajo y comida. Diversos estudios han revelado que la migración incrementa el riesgo de adquirir VIH, así como de transmitirlo a sus parejas cuando regresan a sus casas. Para quien vive con el virus, una dieta pobre en nutrientes puede ocasionar infecciones severas como la tuberculosis, y una rápida progresión hacia el sida.
Tratamiento
Los nutrientes aportados por los alimentos son fundamentales para el tratamiento del VIH, pues hay evidencias que indican que solamente de esta manera se puede aprovechar al máximo la terapia antirretroviral.
El reporte indica que la desnutrición provoca fatiga y disminuye la actividad física de la gente que vive con VIH, así como el rendimiento en el trabajo y los ingresos que conllevan a una menor capacidad de compra de alimentos. En el ámbito agrario, la epidemia al afectar a los trabajadores del campo, genera menor productividad en las cosechas, así como dificultades en la transmisión del conocimiento entre generaciones acerca del sembrado y labrado de la tierra.
Posicionamiento político
La Asamblea General de las Naciones Unidas de 2001, así como la Declaración de la Comisión de VIH/sida de ese organismo de 2006, reconoció que la seguridad alimentaria está relacionada con la epidemia.
El artículo 28 de la declaración política resuelve %u201Cintegrar el alimento y la ayuda alimenticia%u201D en la respuesta al VIH %u201Ccon la meta de que toda la gente con VIH siempre tenga acceso a alimentos nutritivos que resuelvan sus necesidades dietéticas para lograr una vida activa y sana, como parte de la respuesta al VIH/sida%u201D.
Acciones para los gobiernos
Los gobiernos, dice HIV, Food Security and Nutrition, deben utilizar estrategias para reducir la pobreza y garanticen la nutrición de los alimentos como respuesta a la epidemia. También deben fomentar políticas agrícolas y programas sobre VIH, así como la creación de cooperativas agrícolas y establecimiento de fondos para seguros médicos en las comunidades y sociales que proporcionen cuidado y ayuda a los huérfanos y demás niños afectados por el virus.
Acciones para la sociedad civil
Por su parte, la sociedad civil debe abogar por programas y políticas públicas que incorporen aspectos nutricionales y alimentarios, que conduzcan hacia la prevención, tratamiento y cuidado del acceso universal a medicamentos antes de 2010. Así como establecer redes de información que permitan difundir la importancia del aspecto nutritivo de los alimentos como herramienta para reducir la vulnerabilidad ante la infección.
Los derechos humanos y el VIH/sida
Por su parte, el documento El VIH/sida y los derechos humanos, elaborado en conjunto por el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, asevera que la epidemia se diferencia de enfermedades como el paludismo, la tuberculosis, el cáncer y las dolencias cardíacas, porque no sólo influye en el estado de salud física de la persona, sino también en su identidad y su condición sociales. La estigmatización y la discriminación que rodean a la epidemia pueden ser tan devastadoras como el propio virus.
Cuando no se reconocen los derechos humanos de las personas con VIH o sida, indica el reporte, además de causarles un sufrimiento innecesario y de menoscabar su dignidad, se contribuye directamente a la propagación de la epidemia al hacer mucho más difícil hacer frente al problema. Por ejemplo, si no se respetan los derechos humanos, es menos probable que las personas pidan consejo, se hagan tests, se sometan a tratamiento y busquen apoyo, cuando cualquiera de estas iniciativas obliga a afrontar la discriminación, la falta de confidencialidad u otras consecuencias negativas. También se observa que la propagación del VIH/sida es desproporcionadamente alta en los grupos que ya carecen de protección en materia de derechos humanos y padecen la discriminación social y económica o están marginadas por su condición jurídica.
Con frecuencia, el VIH inspira miedo porque está relacionado con tabúes muy fuertes, como el sexo y la muerte, y se ha producido una reacción que consiste en calificar a la epidemia de %u201Cazote%u201D, %u201Cplaga%u201D o %u201Ccastigo%u201D y en buscar grupos a quienes echarles la culpa: los blancos extranjeros, los negros extranjeros, los homosexuales, los conductores de camiones, los jóvenes, las personas promiscuas, las ignorantes, etc.
El VIH/sida y los derechos humanos agrega que las informaciones oscuras o deformadas sobre la transmisión del VIH se suman al miedo y conducen a prejuicios y discriminaciones como cuando, por ejemplo, se rechaza en centros de trabajo, escuelas, hospitales o grupos sociales a las personas seropositivas. El miedo al rechazo aísla a los integrantes de los grupos de riesgo y les dificulta el acceso a la ayuda, la información y los tratamientos tempranos. Y así se violan los derechos humanos, puesto que esas personas se ven privadas de sus derechos a trabajar, a acceder a la atención médica, a las medicinas y a la educación y del derecho a la dignidad y el respeto, lo cual agrava el efecto negativo de la epidemia.
Sobre las creencias religiosas o morales, el reporte señala que a veces incluyen códigos de comportamiento sexual o social que impiden sostener un diálogo franco sobre temas relacionados con las infecciones de transmisión sexual entre las que se encuentra el VIH/sida.
Las creencias religiosas constituyen un elemento importante de la identidad cultural de muchas personas. Además, la libertad de pensamiento y de religión es un derecho humano básico, reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, al que aspiran todos los Estados.
Cuando las religiones predican el amor, la generosidad y la aceptación de la dignidad de todos los individuos constituyen un recurso esencial para vencer la discriminación y favorecer la tolerancia ante el VIH/SIDA. Sin embargo, será preciso recordar que:
%u2022 Algunas interpretaciones religiosas consideran que el VIH/SIDA en un castigo por algún comportamiento indebido y que la educación sexual y la utilización de preservativos pueden ser fuente de polémicas. Hoy en día, el temor de que la educación sexual socave los valores de la familia carece de fundamento. Los investigadores han demostrado, por ejemplo, que la educación sexual puede ayudar a retrasar el comienzo de las relaciones sexuales y a reducir el número de embarazos de adolescentes.
Defensa de los derechos de los seropositivos y los grupos de riesgo
En torno a la defensa de los derechos, el documento dice que es un poderoso instrumento para corregir abusos y propugnar leyes, políticas públicas y prácticas comunitarias que den garantías a los jóvenes en relación con el VIH/sida
“Defender los derechos” significa luchar por los derechos propios y ajenos. Por ejemplo, escribir a un parlamentario una carta de apoyo a una ley nacional que instituya servicios de salud más adaptados a quienes han sido afectados por la epidemia o proporcionar asistencia jurídica a un estudiante seropositivo al que se ha denegado por esa razón el acceso a la universidad, esto es “defender los derechos”.
Los derechos pueden defenderse individual o colectivamente, desde una sola organización o desde varias. La cuestión no se limita al respeto y la protección de los derechos humanos a escala nacional. Uno puede también defender iniciativas y prácticas en su propia comunidad, o políticas dentro de una empresa privada, que sean compatibles con los principios de los derechos humanos.
En los últimos años se han llevado a cabo numerosas y fructíferas campañas de defensa de los derechos en muchos países, destinadas por ejemplo a:
· Mejorar el acceso de los seropositivos al tratamiento y la atención médica;
· Impedir la realización obligatoria de pruebas de detección del VIH en el ejército, la administración pública, las escuelas o las universidades.
· Derogar leyes que penan actos de homosexualidad realizados en privado;
· Conseguir apoyo público a programas de intercambio de agujas para consumidores de drogas por vía intravenosa.
Es importante recalcar que la defensa de los derechos humanos en relación con el VIH/sida no consiste en practicar la caridad con los seropositivos o los grupos de riesgo, sino en reconocer los derechos de los que todos gozamos por el mero hecho de ser personas, como el respeto de nuestra dignidad o la igualdad de oportunidades para tomar parte plenamente en la vida social y familiar.
A la hora de decidir los derechos por los que uno quiere batirse es importante recordar que los Estados firmantes de tratados internacionales de protección de los derechos humanos contraen tres tipos de obligaciones referentes a los derechos que en virtud de ese acto hayan reconocido:
· la obligación de respetar los derechos humanos (= no adoptar medidas que los vulneren);
· la obligación de proteger/promover los derechos humanos (= adoptar medidas para protegerlos o reparar sus eventuales violaciones
cometidas por terceros);
· la obligación de dar cumplimiento a los derechos humanos (= adoptar medidas eficaces para hacer posible el pleno ejercicio de los derechos, por ejemplo mediante leyes y asignaciones presupuestarias).
Acceso a los medicamentos y al tratamiento médico. Un reto colosal
Mejorar el acceso de los seropositivos a los medicamentos y la atención médica es quizá la tarea más difícil e imperiosa que tiene pendiente la comunidad mundial en materia de derechos humanos y VIH/sida. La realidad es sombría en muchos países. Con frecuencia, los seropositivos se ven privados incluso de la medicación básica para tratar infecciones secundarias (como la tuberculosis) o aliviar sus dolores, aun cuando algunos de esos medicamentos sean muy comunes y baratos en otras partes del mundo.
Un problema aún más complicado es el de la onerosa pero importantísima medicación antirretroviral, que limita los estragos causados por el virus en el sistema inmunitario y permite al seropositivo llevar una vida relativamente normal durante muchos años. Todo ello vulnera derechos fundamentales de los seropositivos, como el derecho a la salud y el derecho a la vida.
La Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó una resolución sobre el %u201CAcceso a la medicación en el contexto de pandemias como la del VIH/sida%u201D (*)
%u2022 Reconoce que el acceso a la medicación en el contexto de pandemias como la del VIH/sida es uno de los elementos fundamentales para alcanzar gradualmente la plena realización del derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental.
%u2022 Insta a los Estados a que establezcan políticas destinadas a promover la disponibilidad en cantidades suficientes de los productos farmacéuticos y las tecnologías médicas utilizados para tratar pandemias como la del VIH/sida, así como el acceso de todos sin discriminación a esos productos y técnicas, su adecuación desde el punto de vista científico y médico y su buena calidad.
%u2022 Llama también a los Estados a que adopten medidas para proteger el acceso a estos productos farmacéuticos o tecnologías médicas de prevención, cura o alivio, contra toda limitación impuesta por terceros.
(*) Resolución E/CN.4/2001/33 de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, 57º periodo de sesiones, 2001
Entablar acciones judiciales: protección de los derechos humanos en relación con el VIH/sida
Recurrir a la justicia es un derecho humano en sí mismo, reconocido en el Artículo 8 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, dice el reporte:
%u201CToda persona tiene derecho a un recurso efectivo, ante los tribunales nacionales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la constitución o por la ley%u201D. Pedir a la justicia que repare violaciones y abusos de los derechos humanos en el contexto específico del VIH/SIDA es otra forma importante de luchar contra la discriminación que sufren los seropositivos y promover el cumplimiento de leyes esenciales para la prevención de la enfermedad, por ejemplo las que instituyen normas de seguridad para las transfusiones sanguíneas.
La victoria en un pleito puede tener efectos beneficiosos para gran número de seropositivos y contribuir a suscitar y consolidar actitudes favorables hacia ellos.
Los tribunales existen para reparar injusticias, interpretar y aplicar el derecho nacional y garantizar la observancia de las normas internacionales que el país haya suscrito. A veces se puede tener la impresión de que el aparato judicial es intrincado e inaccesible para a la mayoría de los grupos de riesgo, e incapaz por ello de responder a tiempo y adecuadamente a las injusticias causadas por las violaciones de los derechos humanos ligadas al VIH/sida.
Trabajo, VIH/sida e impacto económico
A su vez, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señala que la epidemia del VIH es ahora una crisis mundial y constituye uno de los retos más importantes para el desarrollo y el progreso social. En los países más afectados, la epidemia merma los beneficios conseguidos con decenios de desarrollo, socava las economías, amenaza la seguridad y desestabiliza las sociedades. En el Africa Subsahariana donde la epidemia tiene ya efectos devastadores, la crisis ha creado una situación de urgencia.
Además de los sufrimientos que impone a las personas y sus familias, la epidemia afecta profundamente el tejido social y económico de las sociedades. El VIH/sida constituye una amenaza mayor para el mundo del trabajo: afecta al sector más productivo de la población activa, reduce los ingresos e impone costos elevados a las empresas de todos los sectores como consecuencia de la disminución de la productividad, del aumento del costo de la mano de obra y de la pérdida de trabajadores calificados y con experiencia.
Por otra parte, el VIH/sida menoscaba los derechos fundamentales en el trabajo, sobre todo debido a la discriminación y el rechazo de que es objeto la gente que vive con el virus o se ve afectada por el mismo. La epidemia y sus efectos aquejan más cruelmente a los colectivos vulnerables, incluidos los niños y las mujeres, aumentan las desigualdades de trato existentes entre hombres y mujeres y exacerban el problema del trabajo infantil.
En todo el mundo, hay más de 23 millones de trabajadores que se encuentran en el momento de mayor rendimiento de su vida productiva que están infectados por el VIH. La epidemia es un problema que afecta al mundo laboral porque amenaza los medios de subsistencia, la productividad, los derechos en el trabajo y el crecimiento económico. Asimismo, exacerba problemas existentes tales como la protección social insuficiente, las desigualdades por razón de sexo y el trabajo infantil. El VIH/sida es una crisis del desarrollo que solamente puede abordarse con una respuesta multisectorial.
La epidemia tiene repercusiones en los individuos infectados y en sus familiares, así como en la población en general, sobre todo en el caso de las personas de edad y de los jóvenes que dependen de familiares infectados. El impacto individual y familiar tiene su fiel reflejo en la empresa y, cada vez más, en la economía nacional. La epidemia se manifiesta de muchos modos en el mundo del trabajo: dislocación de la producción, discriminaciones en el empleo, acentuación de las desigualdades entre los hombres y las mujeres y propagación del trabajo infantil. Hay también una merma de capital humano y más necesidades que atender en materia de seguridad social y de sanidad, además de la amenaza para la seguridad y la salud en el trabajo.
El sida prospera allí donde se violan los derechos económicos, sociales y culturales y también cuando se pasan por alto las normas cívicas y políticas. En el plano económico, influye poderosamente la pobreza: el analfabetismo y la marginación de los pobres les exponen más a la infección, y la pobreza puede incitar a las mujeres a entablar relaciones sexuales peligrosas para poder sobrevivir y mantener a su familia. Debido a un régimen de alimentación deficiente, una vivienda inadecuada y la falta de higiene, las personas infectadas por el VIH son todavía más propensas a contraer enfermedades relacionadas con el sida.
Necesidades especiales del sector informal
Es sumamente probable que los trabajadores del sector informal padezcan las consecuencias del sida: primero, porque no suelen tener acceso a servicios de sanidad o a prestaciones de protección social disponibles para los trabajadores del sector formal; segundo, porque sus actividades rara vez se basan en una seguridad económica o la suscitan, y tercero porque, debido al carácter fugaz y vulnerable de su trabajo, toda ausencia causará sin duda la pérdida de los medios de producción o de comercio. En el sector informal, la pérdida de uno o más trabajadores puede tener graves consecuencias que desemboquen en el desmoronamiento de la empresa.
Si el propietario contrae el VIH, enferma y muere, la necesidad de dedicar capital de la empresa para sufragar los gastos de tratamiento médico y de sepelio puede tener como resultado que no sea posible una reinversión en el futuro, provocando la quiebra y abocando al infortunio a los trabajadores dependientes y a sus familiares.
En el sector rural informal, el costo de la asistencia médica trae a menudo consigo el éxodo de la mano de obra agrícola, y la pérdida de puestos de trabajo a causa del SIDA acarrea una disminución de la producción de alimentos y una menor seguridad alimentaria a largo plazo. En conjunto, la espiral económica descendente afecta muy especialmente a las empresas del sector informal cuando se contrae el mercado al morir los consumidores o menguar sus ingresos disponibles mínimos debido a los gastos de tratamiento y asistencia médica.