Trombosis Venosa Profunda, muchos factores de riesgo, poca cultura de prevención
México, D. F., 13 de octubre (Redacción Salud Mundo de Hoy).- La trombosis es un trastorno vascular que se presenta cuando un trombo o coágulo (cuya función normal es detener las hemorragias después de una herida) bloquea total o parcialmente el interior de una vena o arteria, impidiendo el libre flujo de la sangre.
Este padecimiento es generalmente resultado de enfermedades cardiovasculares, una causa frecuente es la ateroesclerosis, que consiste en la formación de placas adheridas a la pared arterial (placas de ateroma), constituidas por el depósito de colesterol y otras sustancias grasas de la sangre; de ahí que las personas obesas tiendan a padecer trombosis arterial.
Otros factores de riesgo son: permanecer sentado; reposar en cama o estar inmovilizado por mucho tiempo, como sucede en los viajes largos, alguna cirugía de importancia (cirugías de cadera, pierna o abdominales); haber dado a luz en los últimos seis meses; tener antecedentes de policitemia vera (incremento anormal de las células sanguíneas), tumor maligno e hipercoagubilidad (padecimiento que hace que la sangre tienda formar coágulos con mayor facilidad de la habitual). Algunas personas pueden presentar también anormalidades en los vasos sanguíneos. La trombosis es generalmente padecida por personas mayores de 60 años, pero puede aparecer a cualquier edad.
Cuando los trombos se forman en una vena cercana a la superficie cutánea y la inflaman (fenómeno conocido como tromboflebitis), dan lugar a una trombosis superficial, pero cuando se forman en una vena interior o profunda del cuerpo, originan una trombosis profunda. La trombosis venosa profunda (TVP) afecta principalmente a las venas de la parte inferior de la pierna y el muslo, pero puede aparecer también en la parte inferior del abdomen.
Cuando en las venas más grandes del área se forma un trombo, éste puede interferir con la circulación, pero también desprenderse y viajar por el torrente sanguíneo para alojarse en alguna parte del cuerpo, causando graves daños. Las complicaciones más delicadas se manifiestan en el cerebro (trombosis cerebral), corazón (trombosis coronaria), y pulmones (émbolo pulmonar). De hecho, el tratamiento de la trombosis venosa profunda busca evitar el desarrollo de un émbolo pulmonar, padecimiento que es potencialmente mortal.
En muchos casos, la trombosis venosa profunda es asintomática, pero, de presentarse, los síntomas pueden ser: dolor e inflamación en una sola pierna, cambios en el color de la piel (enrojecida o blanquecina) y la temperatura (alta) de la pierna, taquicardia y venas más visibles de lo común.
La mayoría de las trombosis venosas profundas desaparecen sin dificultad si se tratan a tiempo y adecuadamente; sin embargo, existe el riesgo de recurrencia, pues algunos pacientes pueden desarrollar dolor e inflamación crónicos en la pierna, a este fenómeno se le conoce como síndrome postflebítico.
Desgraciadamente, la trombosis y el tromboembolismo venoso frecuentemente culminan con la muerte del paciente, debido a la falta de una cultura de prevención. Una forma sencilla de prevenir problemas vasculares es mover constantemente las piernas y flexionar las rodillas si se está sentado o acostado durante mucho tiempo. Después de una cirugía, es muy importante levantarse o moverse (previa prescripción médica) tan pronto como sea posible para estimular la circulación, además del uso de medias elásticas.
El tratamiento convencional de la trombosis venosa profunda se basa en el uso de un anticoagulante llamado heparina, que se administra por vía intravenosa y ofrece resultados relativamente rápidos. El tratamiento se complementa con un medicamento oral conocido como warfarina, cuyo nivel de efectividad (nivel terapéutico) se alcanza después de varios días. El tiempo de duración de esta terapia aún causa discusiones.
El tratamiento con heparina requiere de hospitalización, dada su forma de administración; sin embargo, existen heparinas nuevas, llamadas “heparinas de bajo peso molecular” (generalmente enoxaparina), que pueden suministrarse mediante una inyección subcutánea, lo que permite acortar el tiempo de hospitalización o eliminar por completo dicha opción.
Diversos estudios clínicos han demostrado que las heparinas de bajo peso molecular han demostrado ser tan seguras como la heparina no fraccionada en el tratamiento de la trombosis venosa profunda. Su principal efecto secundario es la posibilidad de hemorragias en pacientes de riesgo, como ancianos, mujeres embarazadas, personas con insuficiencia renal y sobrepeso.
Con base en numerosos estudios clínicos sobre la acción de las heparinas de bajo peso molecular y sobre los descubrimientos en materia de coagulación, además de la experiencia adquirida a lo largo de los años, Sanofi-Aventis desarrolló Clexane, una enoxaparina sódica de administración subcutánea indicada para el tratamiento de:
• Enfermedad tromboembólica venosa, particularmente la asociada con las cirugías ortopédica o general
• Enfermedad tromboembólica venosa en pacientes no quirúrgicos, debida a enfermedad aguda, incluyendo insuficiencia cardiaca, falla respiratoria, infecciones graves y enfermedades reumáticas
• Trombosis venosa profunda, con o sin embolia pulmonar
• Prevención de la formación de trombos en la circulación extracorpórea durante la hemodiálisis
• Tratamiento de angina inestable e infarto al miocardio
Clexane obtuvo su registro en México en 1992 y desde entonces ha confirmado su eficacia y seguridad en el tratamiento del tromboembolismo venoso. Clexane tiene cinco presentaciones, cada una contiene dos jeringas prellenadas con 20 mg, 40 mg, 60 mg, 80 mg y 100 mg.