Lourdes Guiza
Única mujer en casa con tres hijos varones, la mejor manera de proteger mis pants de sus masculinas garras, es que sean lo único rosa en mi guardarropa para que inequívocamente vayan a dar a mis cajones. Descubro un día la poca esperanza sobre la titularidad de mis pants rosas, cuando hace poco me topo con el papá de un compañero de escuela de mis hijos con un suéter rosa, muy rosa, en la conferencia para padres %u201Cla nueva masculinidad%u201D. El si la entiende, ahora, pero hemos de aceptar que los códigos de color en sus primeras chambritas, si sus padres no preguntaron, deben de haber girado más alrededor del infalible amarillo pollito.
Encuentro, entonces, que en el ámbito de servicios financieros las mujeres económicamente productivas, somos finalmente equiparables en las necesidades que fueron masculinas. Queremos ser sujetas de crédito, construir un patrimonio, proteger nuestra salud y nuestra seguridad económica. Entonces los servicios financieros no deberían ser azul cielo ni palo de rosa, deberían ser amarillo pollito al igual que aquellas chambritas que se les regalaban a los no natos cuando no existían los ultrasonidos.