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Martha Chapa

En todos los ámbitos, afrontamos retos difíciles por estos agitados tiempos pues nos encontramos inmersas en procesos de cambio que, si bien asumimos con esperanza, también nos preocupan. Y justo en este contexto, las mujeres tenemos y tendremos mayores y grandes responsabilidades así como la obligación de redoblar nuestra presencia, ya que la mística femenina ha sido y será luchar por México y cumplir con la misión de heredar a los nuestros un mundo más justo, libre y armónico.


          En todo el mundo las mujeres hemos emprendido una cruzada para acabar con la absurda dicotomía entre géneros, y para obligar a la sociedad a reflexionar en que, nuestra participación no sólo es necesaria, sino imprescindible. México no sería lo que es en el terreno cultural,  artístico,  científico,  político y social, sin el trabajo femenino, apasionado, digno, noble, sino especialmente de quienes impulsaron y consumaron grandes conquistas para el pueblo de México.


Durante mucho tiempo se nos desca­lificó a las mujeres dentro de las tareas artís­ticas y científicas. En el mejor de los casos, sólo  nos consideraron como mo­delos plásticos, musas ins­piradoras y salvo hon­rosas, como raras excep­ciones, se nos permitió el privilegio de crear, aún cuando nues­tras obras no fueran valoradas en su justa dimensión. Por fortuna, en el presente po­demos reconocer que los tiempos han evo­lucio­nado y que los antiguos conceptos han sido superados, en buena medida, aunque  hay testimonios del pasado  que ya nos enaltecen.


Al igual, en nuestro caso, desde los tiempos de la cultura prehispánica, las mujeres se expresaron con gran maestría en las actividades co­tidia­nas, sobresaliendo su talento como bordadoras e hilanderas. Hacían el puachtli, tejido de gran significado en la economía indíge­na, pues se usaba como moneda. Eran expertas en el arte plu­mario, cotizado por su valor tribu­tario, así como en la confección de indumentarias para la guerra. También en la pintura y la joyería, oficios relevantes, sobre todo en las fiestas solemnes para ornamentos e insignias en los combates. Y se cuenta, que en aquel entonces hubo poetisas,  escultoras, grabadoras, compositoras y hasta declamadoras.


Más tarde, en la época de la colonia las mujeres casadas y las religiosas se distinguieron por estar recluidas en sus casas o dentro de los conventos, verdaderos centros de trabajo. Ahí se cultivaban las artes más refinadas: canto, teatro, bordado, música, letras y la pintura. Además, se  dedicaban con pasión a la cocina.


A pesar de ello, no encontramos referencias, sino apenas alusiones a la plástica, porque las monjas acostumbraban ilustrar misales, alcanzando una verdadera maestría en el género de la miniatura. Con igual destreza pintaron lienzos y murales al fresco,  datos que hacen suponer que gran parte de la plástica anónima del Virreinato pudo haber sido obra femenina. Y señalar a la vez el genio de Sor Juana  estuvo presente en las artes plásticas, como lo  confirma el famoso autorretrato que regaló a su  amiga, la Condesa de Paredes.


Conforme pasaron los años, hubo mujeres, al margen del ambiente conventual, que  se consagraron a pintar, amén de expresarse en otros campos de la creación.


Muchos años después, la Academia de San Carlos transformaría la vida artística de México, pues al separarse el arte de la iglesia, se le abrieron nuevas perspectivas, convirtiéndose en un importante centro de educación artística, y una de las primeras instituciones del mundo, en aceptar estudiantes del sexo femenino.  Tal hecho, representó un gran momento histórico para el arte, especialmente para las pintoras.


Sin embargo, todavía en el siglo XIX se despreciaba en general  a las aplicadas %u201Cseñoritas mexicanas%u201D, como se les solía llamar con cierto desdén, y las pintoras carecían de formación, puesto que no tenían acceso a todas las clases.


Después de la Revolución Mexicana, aparecieron las primeras pintoras profesionales, pues las transformaciones que trajo a México abarcaron todos los ámbitos. Como resultado de este cambio profundo destacaron muchas creadoras que se han convertido en estandarte de los logros artísticos del género femenino, incluso en el ámbito internacional, pues muchas de ellas son símbolo de éxito,  prosperidad y talento. Ahora, cosechan premios y distinciones de gran relevancia.


También nosotras, todas, cada una sin excepción, tenemos que hacer que funcionen las instituciones, además de denunciar, demandar y exigir para que, ahora sí, en el 2009 celebremos el Día de la Mujer como el día de la equidad, junto a todos los demás días del año.


Deseo entonces concluir con un llamado  a la conciencia de todas y todos para redoblar los esfuerzos y colaborar  en la construcción de un mundo mejor, aportando sueños, conocimientos, voluntad y vocación de servicio. Es factible conformar una nueva sociedad, la que siempre hemos anhelado, libre en mayor grado de miseria, enfermedad, odios, ignorancia, violencia y autoritarismo.


Deseo fervientemente que estas luchas y esfuerzos personales calen en la conciencia de muchas otras compañeras para que sigamos avanzando juntas.


Y muy feliz día de las mujeres. Hoy y siempre, caminando siempre juntas y juntos,  por esos senderos promisorios!


 

Redacción

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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