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La ética en el abordaje del VIH

Por: Indiana Torres Escobar  

DM, Msc, MeP, DLSHTM, Ph.D

Presidenta Asociación Médica Mexicana de VIH/SIDA

LaSalud.mx .- Nuevamente México es sede de un evento mundial relacionado con el SIDA.  Diez años han pasado desde que en julio 2008, por primera vez, un país latinoamericano albergó la Conferencia Internacional de SIDA, que se efectúa cada dos años, organizada, al igual que ahora, por la Sociedad Internacional de SIDA. 

En esa ocasión, el Dr. Pedro Cahn, quien fuera presidente de la XVII edición de la Conferencia, señaló que estos eventos se realizan para buscar una respuesta global contra la epidemia, porque “cada persona que se infecta podría no haberse infectado, podría no haber enfermado o no haber muerto si todos hiciéramos algo para evitarlo”.

Foros como esta Conferencia en Ciencia del VIH (IAS 2019) son fundamentales para avanzar en el abordaje de la infección al presentarse aquí los resultados de investigación de distintos tipos, pero ahora, como entonces, es necesario reflexionar sobre aquello que individual y colectivamente hemos hecho y estamos haciendo para frenar la epidemia. Desde las acciones personales hasta las decisiones de Estado, todos quienes hemos vivido con, para o del VIH tenemos una responsabilidad compartida.

Pocas enfermedades como el SIDA plantean situaciones que tienen tras de sí imbricadas conductas, valores morales ideológicos y religiosos. Al tratar de entender la polémica en torno a su impacto individual y colectivo, la aspiración de este escrito es discutir algunos de los conflictos que la enfermedad continúa planteando, por tanto, la intención es ahondar en la discusión y el análisis más que esclarecer divergencias y contrapuntos en una materia abierta que a todos nos compete.

Como proveedores de salud, nos corresponde establecer pautas para la discusión anteponiendo por, sobre todo: la vida. La vida en el concepto griego de “ZOE” (la vida en el sentido más amplio) no solo en el de “BIOS”. Nos corresponde verla desde la vida humana, la vida moral, esa vida ética que Aristóteles calificó como “viva”, cúspide de todas las aspiraciones humanas.

El progreso, el desarrollo de la civilización, los avances científicos y tecnológicos, que, durante las últimas décadas, han ocurrido a una velocidad jamás conocida en la historia de la humanidad, nos han colocado en una situación difícil en relación con la conducta social, moral y ética que adoptaremos en el futuro. Sufrimos las consecuencias de un desfasamiento entre la trepidante eficacia con que la tecnología nos acerca al domino del universo exterior y la dolorosa lentitud con que se entiende la importancia de emprender la conquista del, no menos importante, universo interior.

La persistencia y, en muchos casos, la progresión de la enfermedad que ahora nos ocupa, por sus características particulares ha hecho indispensable establecer una conducta que desde el sector Salud plantea conflictos éticos que, si bien se han discutido, continúan profundizándose.

La bioética debe entenderse como el enlace entre la ciencia y la ética estudiando sistemáticamente la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y de la atención a la salud. Mientras dicha conducta es examinada a la luz de valores y principios morales individuales, los problemas que enfrentamos son públicos y se acrecientan hasta niveles de enorme complejidad, sobre todo en la sociedad actual en donde la medicina y, en demasía, el conocimiento, se han convertido en un deseable objeto del mercado, y la competencia en el principal motor del desarrollo.

Se han enfrentado la bioética y la tecnología relegando los derechos humanos, y nos hemos encontrado, con frecuencia, ante situaciones de conflicto para las que no tenemos respuesta con pronunciamientos y discursos a veces irreconciliables. Los ejemplos son muchos, pero solo para poner algunos hemos visto: la creación de centros de internación de pacientes, el envío a “centros especializados” para el manejo de cuadros mórbidos que pueden y/o deben ser resueltos en cualquier nivel de atención, el sometimiento de pacientes a estudios de experimentación incierta, el desarrollo de estudios doble ciego para “mantener la pureza científica”, el uso de placebos aun conociendo la efectividad de sustancias que pueden ayudar al paciente. Distintos países han restringido el ingreso de los ciudadanos portadores del virus; los expedientes de los seropositivos han sido señalados; a las camas de hospital ocupadas por personas que viven con VIH se les coloca un letrero que anuncia el estado de portador, no de la patología que hace que amerite la internación.

La manipulación que a nombre de la enfermedad puede darse, y de hecho se ha dado, es una condición delicada que debe ser vista con cuidado y vigilada con atención.

El respeto a los derechos humanos en esta materia es de capital significancia para el abordaje de la epidemia. El conflicto se plantea a todo nivel: en decisiones de políticas públicas, en la atención directa, en la prescripción de los antirretrovirales, en la planificación y administración de recursos, etcétera.

Existen elementos generales en bioética que deben ser aplicados en cada una de las decisiones que se tomen para la atención individual y en el abordaje que desde los sistemas de salud se den en torno al SIDA.

Sabemos que todas las acciones de prevención, atención e investigación deben ser voluntarias y completamente informadas. Sin embargo, ¿es esto así a todo nivel?

El acceso a los servicios de salud debe ser irrestricto e independiente de las características del paciente o estadio de la enfermedad, como no lo hacemos con los migrantes, por poner un ejemplo.

La atención debe darse tomando en consideración las características personales y médicas particulares. ¿Se da así en todos lados?

Para avanzar en el abordaje a la enfermedad hay que continuar aumentando el conocimiento de la patología y de los antiguos niveles de prevención que deben ser conocidos y compartidos por todos los prestadores de los servicios de salud, no únicamente los especializados, para que intervengan en un primer momento con el fin de evitar nuevos casos, como prevención secundaria se traten y se evite diseminación, y en el tercer nivel de prevención, que a veces es el más olvidado: la rehabilitación social del paciente y de su familia. 

En este escrito mencionamos solo algunos aspectos que es necesario discutir y abordar. Sin duda se producirán cambios conceptuales en el abordaje a la enfermedad, pero sigue siendo necesario encontrar el camino de la congruencia entre la ciencia y la ética.

Hemos avanzado mucho y, probablemente, seguiremos cometiendo errores, pero no dudo que en el camino se encontrarán las fórmulas necesarias para la solución a los enigmas que esta esfinge contemporánea nos plantea, apegados siempre, y por encima de todo, al respeto del ser humano porque ”cada persona que se infecta podría no haberse infectado, podría no haber enfermado o no haber muerto si todos hiciéramos algo para evitarlo”.

Puede consultar el artículo original, así como otros artículos relacionados de gran interés, en la Revista Digital e Impresa LaSalud.mx “IAS 2019” en el siguiente link https://issuu.com/grupo-mundodehoy/docs/ias_2019


Redacción

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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