México D. F.- Controlar el tiempo ha sido uno de los más grandes sueños del ser humano. Numerosos son los ejemplos, en el cine y la literatura, de lo que podría pasar si fuéramos capaces de viajar por el tiempo. Bajo este sueño, yace también el deseo de prolongar los momentos placenteros y de hacer pasar lo más rápidamente posible los tristes o dolorosos.
En efecto, el paso del tiempo es relativo y depende de la percepción de cada persona. Solemos decir que %u201Cel tiempo vuela%u201D cuando disfrutamos de una agradable compañía y que se hace lento cuando estamos, por ejemplo, cumpliendo con una tarea fastidiosa en el trabajo o en la escuela, cuando quisiéramos que ocurriera justo lo contrario.
Ocurre también que conforme envejecemos sentimos que el tiempo corre en nuestra contra, mientras que los niños ni siquiera se preocupan del caminar del reloj. ¿Cómo volver a tener esta percepción despreocupada del tiempo? ¿Cómo disfrutar de la vida como cuando se era niño?
Steve Taylor, profesor de desarrollo personal en la Universidad de Manchester, Inglaterra, intentó responder a dichas preguntas a través de su libro Haciendo tiempo, donde plantea que el paso del tiempo depende de cómo lo experimentemos. Apoyándose en la teoría perceptiva de William James, psicólogo estadounidense del siglo XIX, Taylor asegura que la percepción del tiempo está directamente relacionada con la cantidad de información que recibimos del mundo, y señala:
%u201CLos niños experimentan todo por primera vez, todas sus experiencias son nuevas. Tienen una visión del mundo extraordinariamente intensa, una percepción arrolladoramente fresca. Están increíblemente despiertos ante el mundo que los rodea y por eso el tiempo pasa más despacio para ellos%u201D.
De acuerdo con esto, es precisamente la falta de novedad, lo rutinario de nuestras vidas (tal vez el desinterés), lo que hace que nuestro tiempo parezca irse más rápido que el de un niño que ocupado en descubrir el mundo. En pocas palabras, hemos perdido la capacidad de asombro; aunque fisiológicamente el autor ofrece la explicación de que es posible que %u201Cel cerebro y su capacidad de percibir el tiempo sean afectado por las unidades de información que debe procesar%u201D.
Haciendo tiempo señala que un ejemplo de la relatividad del tiempo es cuando salimos de nuestro estado de conciencia habitual, como sucede en los acontecimientos inesperados (los accidentes son muestra de ello), ocasiones en las que se tiene la sensación de que el tiempo pasa de manera más lenta. Taylor señala que algunos deportistas, como Michael Jordan, han experimentado esta %u201Ccámara lenta%u201D cuando están en el terreno de juego.
%u201CNo creo que sea una falsa ilusión. El tiempo no es real y absoluto, es algo que creado por nuestra mente%u201D, asegura el escritor, quien está convencido de la %u201Celasticidad del tiempo%u201D y recomienda llenar la vida de nuevas experiencias.
%u201CSi vive una vida rutinaria el tiempo siempre se acelerará, pero si hace el esfuerzo de exponerse a nuevas situaciones, nuevos retos -incluyendo algo tan sencillo como cambiar el camino al trabajo, o un nuevo pasatiempo-, el grado de novedad desacelerará el tiempo%u201D, afirma Taylor.
Para Steve Taylor tener una alimentación saludable y hacer ejercicio no son las únicas formas de alargar la vida, pues está seguro de que un cambio en la forma de vivir la vida misma, viviendo el presente, también puede lograrlo.
