Información sobre cáncer de mama, un detalle que puede salvar la vida
Primera de tres partes
Por Carmen Gómez
México, D. F., 30 de octubre (Salud Mundo de Hoy).- Sobrevivir al cáncer de mama es una experiencia que aunque es dolora es también muy fructífera si se sabe canalizar las emociones de manera adecuada. Rosa Ela Gijón es una mujer que tuvo que enfrentar esta situación cuando el cáncer ya se encontraba en una etapa bastante avanzada; sin embargo, en cuanto tuvo conocimiento del mal que padecía se dedicó a darle solución.
Con la ayuda de médicos especializados y una determinación imperiosa por aferrarse a la vida pudo vencer el cáncer de mama y hoy es parte del staff de Fundación Cima en donde trabaja para dar apoyo emocional a muchas otras mujeres que se encuentran luchando contra este cruel padecimiento.
Con la intención de advertir a las mujeres sobre la necesidad de cuidar sus cuerpos, de crear conciencia sobre la importancia de estar bien informadas y, sobre todo, dar esperanza a quienes hoy atraviesan esta vía dolorosa, Ela compartió para Mundo de Hoy varios aspectos importantes de su experiencia que las mujeres deben saber para prohibirle al cáncer dominar sus vidas. Su testimonio completo también será publicado en nuestro diario con el anhelo de despertar del letargo a la población femenina que todavía piensan: “A mi no me va a suceder”.
La desventaja de vivir en la ignorancia
“Yo no había tenido nunca antes la experiencia de cáncer de mama, para ser sincera a pesar de considerarme una mujer preparada, académicamente hablando, tengo que confesar que no tenía ninguna información respecto a esta enfermedad. No es que lo viera como algo lejano a mi vida sino que simple y sencillamente no existía, no era algo que me planteara siquiera. Yo no tenía la cultura de autoexplorarme. Acababa de cumplir 34 años cuando me lo diagnosticaron, en ese momento tampoco hubo ningún médico que me dijera “te tienes que autoexplorar” o “tienes que, a partir de tal edad, considerar hacerte un estudio mastográfico”, es decir, no existía la palabra cáncer y mucho menos cáncer de mama en mi vida. No había nada a mi alrededor que me lo recordara o que me lo hiciera ver, absolutamente nada. Esto me indica, hoy más que nunca, que si hay algo valioso en la vida es la información”.
“Yo no tenía ninguna conciencia de ello. Es bien difícil que te pongas a buscar sobre algo que no sabes que existe, que no estás consciente de la importancia del mismo. No sabía nada de asociaciones de cáncer. Veía propaganda en la calle para ayudar a niños con cáncer o con algún tipo de discapacidad, pero no conocía nada de Fundación Cima”.
La información, vital para la vida
“Empecé a tomar clases de paddle, como lo digo en mi testimonio, pero era tal mi ignorancia que cuando se me empezaba a inflamar el seno se lo atribuí al ejercicio que estaba haciendo. Como no conocía mis senos, pues no me los tocaba. La inflamación no se dio de un día para otro; sin embargo, el desconocimiento que yo tenía de mis propios senos, me hizo pensar que sí había sido de un día para otro, cuando esto debió haber sido paulatino y yo no me había dado cuenta. Llegó a un extremo en el que fue bastante evidentemente, pero lo que puedo decir es que no lo deje pasar, en cuanto me di cuenta que el seno estaba bastante inflamado acudí con un ginecólogo que fue quien me mandó a hacer un estudio de mastografía.
Un error garrafal de los médicos
Se dice mucho acerca de que este estudio no debe de realizarse sin haber cumplido los 40 años de edad, pero afortunadamente mi médico no se esperó. Es un error que continuamente cometen los médicos, y eso lo tenemos que decir. Algunos médicos esperan que los nódulos que tienes en el seno te crezcan para determinar si vale la pena ver de qué se trata o minimizan el problema por la edad que tienes. Afortunadamente el ginecólogo con el que yo fui no actuó de esa manera, me mando hacer una mamografía que arrojó un birads nº 4 que indica que hay un 60 por ciento de probabilidades de que ese problema fuera de tipo cáncer”.
Cuidado, algunos médicos se toman atribuciones que no les corresponden
“Sólo se me inflamó el seno izquierdo, sin duda que provocaba cierta molestia pero era como cuando se te inflama cualquier parte del cuerpo. El ginecólogo me remitió, después de la mamografía, con un oncólogo, que eso fue otro de los aciertos de mi ginecólogo. Los ginecólogos tienden mucho a tomarse atribuciones que sus conocimientos no les han dado como operar un tumor canceroso cuando ellos son ginecólogos y no oncólogos. Yo creo que es importante es que los médicos tengan la suficiente humildad para saber hasta qué grado sus conocimientos son los necesarios para poder ocuparse de un caso y hasta qué grado ellos tienen la responsabilidad y la obligación de mandarte con el especialista que sea el indicado.
En este caso, el ginecólogo que yo fui a ver tuvo esa responsabilidad de decir “hasta aquí llegué yo, esto le concierne a un oncólogo”. También tengo que decir, y no para desacreditar a nadie, sino para que las mujeres estén alertas, es que la ginecóloga con la que yo asistía cada seis meses nunca tuvo la habilidad para darse cuenta de que en mis senos algo estaba pasando, porque el problema que yo tenía era un cáncer en etapa 3, ya bastante avanzado, que un médico con la suficiente habilidad se tendría que haber dado cuenta. Mi problema no se había disparado un día antes, afortunadamente ella estaba de vacaciones y tuve que acudir a otro”.
Indispensable investigar si en la familia hay antecedentes de cáncer
“Hoy sé que tengo una tía materna que padeció cáncer de mama y que actualmente se encuentra muy bien, pero en su momento yo no lo supe. Esto es importante, es muy curioso que en las familias de antes este tipo de enfermedades no se hicieran públicas. Sabía que la tía estaba enferma de algo pero no sabía exactamente de qué, era como una cuestión tabú, y no nada más de cáncer de mama sino del cáncer en general. La gente no está acostumbrada a hablar con la libertad que se debe de tener y no sé por qué, finalmente tú no eliges las enfermedades y tener cáncer de mama no es ninguna pena, es una enfermedad y así hay tomarlo. Yo no supe del padecimiento de mi tía hasta que me enfermé”.