Por Ady Corona
México, D. F., 22 de agosto (Salud Mundo de Hoy).- Una relación de pareja necesita de comunicación, solidaridad, apoyo mutuo e incluso hasta convivencia en la intimidad, lo que cierra el círculo de compromiso integral y se conoce más a la otra parte.
Conforme transcurre el tiempo la dinámica es más natural y va en busca de satisfacer necesidades de diversa índole, tanto emocionales como físicas, y es ahí cuando entra en el juego la satisfacción sexual, como parte complementaria.
Por desgracia no siempre todo es armonía y en la cuestión sexual hay mucho que comprometer, principalmente el respeto y el amor por nuestra pareja, ya que cuando se presentan casos de impotencia o anorgasmia, comienza el conflicto entre la pareja si no se llega a un acuerdo y se busca ayuda médica.
Ambos padecimientos tienen la misma importancia, del caso que ahora nos referimos es el de la anorgasmia, en donde se inmiscuyen cuestiones de índole social y cultural para los cuales la mujer debe tener ayuda psicológica, con el fin de que se pueda superar esa disfunción.
La anorgasmia se atribuye principalmente a traumas que a temprana edad se sufrieron, tales como una violación, casos de incesto, un ambiente familiar en el que esta información se oculta y se reprime y, por consiguiente, se crece con la idea de que lo relacionado con el cuerpo y nuestros genitales es pecaminoso, porque de igual modo se inmiscuyen cuestiones de religión.
No obstante, también se asocia a la depresión y a situaciones de estrés que por lo general se viven a menudo, sobre todo cuando se tienen conflictos maritales.
De tal modo, cuando la mujer padece anorgasmia se enfrenta a un encuentro sexual con temor por la idea arraigada de que es doloroso e inadecuado para la sociedad; el contacto sexual se tiene, esto hay que aclararlo, todo va bien con lo que precede a éste, pero al momento preciso de intentar llegar al orgasmo se pierde la "concentración" y no se alcanza el clímax aunado a que cuando se llega a la penetración la mujer dice que es dolorosa y no permite mentalmente que se disfrute el momento.
Así, la fémina se enfrenta a la cuestión de que el sexo es malo, duele, es pecado y acaba por sentir culpabilidad. Es ahí el momento justo de buscar ayuda; lo mejor es hacerlo en pareja para que se pueda avanzar en la mejora de la relación,
Sin embargo, la mayoría las veces no es así, por lo tanto, ella puede hacerlo sola, con la finalidad de terminar con ese conflicto mental que termina por perjudicar su entorno psico-social e íntimo.
Generalmente ocurre que el varón no conoce el cuerpo femenino, y si al momento del encuentro sexual no sabe cuáles son y cómo estimular las partes que conforman el aparato genital, la mujer difícilmente podrá encontrar satisfacción cuando presenta estos problemas de disfunción.
Y es que las mujeres tardamos más tiempo en llegar al orgasmo, a diferencia de los hombres, quienes se estimulan fácilmente y pueden tenerlos cuando todavía ni siquiera nosotras llegamos a la parte interesante.
Cabe aclarar que ninguna de las dos partes debe dejar en manos del otro su propia satisfacción, por consiguiente, en el juego íntimo ambos deben poner su granito de arena para permitir que el otro conozca más de la pareja y así juntos terminar con esta problemática.
Como tratamiento el sexólogo aconseja llevar una terapia de pareja, para que a la par se tenga el éxito deseado, en donde entra en juego la paciencia, el amor y el respeto del varón por su mujer.
Hay que hacer énfasis en que no siempre el hombre entiende el proceso desagradable por el cual pasa su compañera, pues hay quienes llegan a agredirla verbal y hasta físicamente y los conflictos de inseguridad en ella crecen sobremanera.
Por tanto, lo más aconsejable es abrir la mente para conocer nuestro propio cuerpo, porque sólo así se tendrá una certeza de lo que se quiere al momento del contacto íntimo con nuestra pareja.
Es mejor disfrutar los dos que fingir se goza el momento; si no se avanza en la educación sexual los problemas con nuestro cuerpo y mente serán mayores.
