El proceso de envejecimiento en la mujer: Una maravillosa oportunidad
El proceso de envejecimiento no tiene por qué ser esa imagen caricaturesca que la sociedad se ha empeñado en reafirmar mediante estereotipos y prejuicios, que terminan favoreciendo a la industria de cosméticos, cirugías, plásticas y todo aquello que ayude a borrar las huellas del envejecimiento en la vida de la mujer, aunado a esto se tienen ideas culturales que han predispuesto hasta el tipo de conductas y sentimientos que debe de cumplir una mujer a partir de los 60 años.
Dentro de los prejuicios más comunes que vivimos como mujeres están los siguientes: todas son iguales, tienen problemas de cambios de humor por la menopausia, ya no son productivas, ya no son atractivas por los cambios físicos, la menopausia tiene como consecuencia la presencia de depresión por lo tanto es “normal” que este triste, es frágil y enfermiza, los problemas de memoria que presentan son normales por la edad, en el momento que los hijos se casan y se van ya no tienen ocupaciones ni sentido por la vida, entre otros. La realidad es que el hombre tampoco se salva mucho de éste tipo de prejuicios que desgraciadamente marcan la manera en que la sociedad se relaciona con el adulto mayor y éste lo asume también como algo normal sin cuestionamientos.
Afortunadamente, existen cada vez más mujeres en el campo de la gerontología (ciencia que estudia el proceso de envejecimiento desde el punto de vista interdisciplinario) que han realizado investigaciones con resultados muy contrarios a los antes mencionados.
Autoras como Rodríguez, Rodríguez y Díaz Veiga (2010) en su libro “Mujeres. Las oportunidades con la edad “recalcan la importancia de que la mujer conozca los cambios normales en su cuerpo y los cambios que se darán de manera natural en su ciclo de vital sería muy capaz de modificar totalmente el modo de afrontarlos, por ejemplo: la menopausia, la jubilación, las pérdidas de seres queridos y amistades, las pérdidas de salud por una enfermedad, etc.
Siendo uno de los prejuicios más difíciles a vencer el que la dependencia es normal (y ésta puede ser física, emocional, económica y social). Durante años se ha creído que el papel de la mujer recae en el cuidado de los demás ( hijos, padre y marido) antes que en ellas mismas, razón por la cual ni siquiera alcanzar a percibir los cambios sociales normales y un día se encuentran con ellos de manera abrupta, por ejemplo: El síndrome de nido vacío: se le llama así a un abismo de ausencias que se abre ante algunos padres (fundamentalmente, las madres) cuando los hijos abandonan el hogar en busca de la independencia y de forjarse su propia vida, normalmente creando a su vez una nueva familia lejos de la presencia (a veces, demasiado absorbente y posesiva) de los padres, éste término se usa mucho para referirse al período de la vida en que los niños han terminado de crecer y abandonan el hogar y se ha considerado un factor vital estresante para las mujeres, ya que esto conlleva la pérdida de los principales componentes del rol de madre, un role que tradicionalmente viene siendo el principal objetivo en las vidas e identidades de muchas mujeres.
El cambio de rol no debe de vivirse por la mujer como una pérdida sino como la oportunidad de poder utilizar más tiempo para sí misma: Los programas de autocuidado en la mujer destacan los siguientes puntos fundamentales para modificar el proceso de envejecimiento:
a) Aprender a cuidarse, conocer los cambios y prever mediante el autocuidado para no tener consecuencias de salud, por ejemplo; modificar el sobrepeso mediante el cambio de alimentación y un plan de ejercicios.
b) Aprender: entender que está etapa es de aprendizajes, es el momento de tener tiempo para hacer cosas que antes no podíamos hacer. Pintar, tomar clases, estudiar un idioma.
c) Comprometerse con ella misma: Nadie es responsable de su proceso de envejecimiento y salud más que ella misma.
d) Mejorar su relación de pareja, realizar actividades que les una más.
e) Participar en proyectos donde ponga en práctica sus habilidades y los conocimientos para apoyar a los más desfavorecidos.
f) Recuperar la autoestima, aprender a detectar que el sentimiento de tristeza y malestar no es “normal” en el proceso de envejecimiento, pedir ayuda profesional.
g) Aprender a estar sola. Estar solo no es sinónimo de soledad. Muchas mujeres con tal de no estar solas aceptan vivir en casa de los hijos o llevarlos a los de ella con todas sus consecuencias.
h) Aprender a decir no. Aunque la sociedad juzga a la mujer adulta como frágil e improductiva, esto se olvida en el momento que les dejan a su cuidado el día entero la atención a los nietos, recordemos que cada quien vive su etapa y su proceso y es responsabilidad de sus padres criarlos y de la abuela disfrutarlos.
i) La tercera edad es una oportunidad para realizar nuevas amistades con intereses afines, conocerse mejor, superar inseguridades y utilizar la experiencia, habilidades y competencias que a los largo de la vida hemos utilizado para salir adelante.
Por último considero muy importante mencionar que la forma en la que envejecemos es lo que vamos a heredar a nuestros predecesores, si envejecemos sanamente, felices y con dignidad ellos lo harán así también, esto está en nuestras manos.