Para el profesor Benjamín Domínguez Trejo, de la Facultad de Psicología de la UNAM, la tristeza nos permite tomar decisiones importantes y realizar un balance, situaciones que no pueden controlar aquellos que son felices.
No obstante, Domínguez Trejo advierte también que la tristeza está desacreditada en esta sociedad cuyo ideal heredado es el de buscar la felicidad total.
%u201CEn una sociedad que nos dice que la felicidad es el máximo bien a alcanzar, no extraña que la tristeza haya sido uno de los sentimientos más desacreditados, pese a que se trata de una de las emociones más útiles que existen%u201D, asegura el profesor.
El catedrático abundó que %u201Csi estamos tristes nos encontramos en condiciones óptimas para realizar balances, de evaluar qué hemos hecho bien y en qué hemos fallado, algo que, por un lado, hacen los individuos mejor adaptados, y por el otro, resulta casi imposible para las personas felices%u201D.
De acuerdo con lo publicado por Darwin en el siglo XIX, los sentimientos son parte importante dentro de la evolución; y el psicólogo Joe Forgas, de la Universidad de Nueva Gales del Sur, advierte que si los sentimientos %u201Chan sobrevivido a los avatares evolutivos, quizá ofrezcan una ventaja de supervivencia%u201D.
Domínguez Trejo, que trabaja con enfermos de cáncer terminal en la Clínica del Dolor del Hospital 20 de Noviembre, asegura que la felicidad en esos casos no puede ser un buen singo.
%u201CSi uno de ellos (los enfermos) no manifiesta tristeza, tenemos un indicador adverso. Mientras más tristes se encuentren, es más fácil que acepten ayuda psicológica y médica, pues se trata de una condición emocional en la que el individuo busca cambiar el estado de las cosas%u201D, asegura.
%u201CLa tristeza nos resultaría útil, porque al estar ligada a la insatisfacción, el individuo promovería cambios e intuiría mejores escenarios que el actual%u201D, comenta el doctor.
La tristeza es también un indicador de que algo anda mal, como el %u201Ctener una piedra dentro del zapato%u201D, dice el médico. Si, como en ese caso, se ignora la molestia de la piedra el pie puede hacerse daño.
A este proceso se le llama hacer balances, evaluar la situación actual y tomar medidas para mejorarla, algo que no hace una persona feliz. Y la felicidad, en esta época y esta sociedad capitalista, es relacionada con el aspecto material y el consumo.
Para Domínguez Trejo es importante señalar que %u201Ccada vez nos dan menos oportunidad de estar tristes, y si eso ocurre, inmediatamente nos dicen que es depresión. Cada vez es más frecuente que madres, al ver a sus hijos con ánimos bajos, los envíen con un especialista para que éste les prescriba un fármaco%u201D.
En Estados Unidos, por ejemplo, se ha comenzado a considerar que un buen número de los pacientes que son atendidos por depresión llegan con un diagnóstico erróneo, porque los médicos confunden los síntomas de la tristeza con los de un desorden mental que debe ser tratado con fármacos.
%u201CLa psiquiatría contemporánea ha, inadvertidamente, caracterizado el sufrimiento normal como si fuera una enfermedad%u201D, señalan los psiquiatras Allan Horowitz y Jerome Wakefield en su libro La pérdida de la tristeza.
El biólogo Lewis Wolpert, en su libro de 1999, La tristeza maligna, señala la diferencia entre depresión y tristeza: %u201CLa depresión es lo que pasa cuando los sentimientos normales de tristeza se vuelven patológicos, de la misma manera que el cáncer aparece cuando el proceso normal de crecimiento de nuestras células se descontrola%u201D.
Es por ello que el profesor Domínguez pida atención para no cruzar el límite de la tristeza.
