Alzheimer después de los 65
Poco común entre la población mexicana
Se recomienda que el paciente y su familia acudan a grupos de apoyo para disminuir la carga de la enfermedad
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta una persona con Alzheimer es la aceptación del diagnóstico, debido a que se sabe que esta enfermedad, conforme avanza, puede ocasionar dependencia total y, por ende, alteraciones de la vida cotidiana del paciente y su cuidador.
Para ello, hay instituciones públicas en México, como el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía “Dr. Manuel Velasco Suárez”, que cuentan con grupos de apoyo para el paciente y sus familiares, en donde, por medio de pláticas y convivencia con otras personas que tienen el mismo problema, logran enfrentar su situación.
La enfermedad de Alzheimer y otros tipos de demencia ocasionan problemas de memoria, de capacidad de juicio, y de procedimientos de pensamiento que hacen difícil que el individuo pueda trabajar y tomar parte en la vida familiar y social cotidianas. También se pueden presentar cambios en el estado de ánimo y en la personalidad.
A pesar de que hasta el momento no existe una cura para esta enfermedad, hay tratamientos para aliviar síntomas, como deambular (caminar sin rumbo) o la incontinencia urinaria, los cuales son efectivos, sobre todo cuando se diagnostican en etapas tempranas.
La posibilidad de cada individuo de padecer de Alzheimer aumenta con la edad, y por lo general aparece después de los 65 años. No obstante, la mayoría de las personas nunca la padecen. Se conocen sólo dos hechos definitivos que aumentan el riesgo: historial médico de demencia o de síndrome de Down en la familia.
El síntoma temprano clásico de la enfermedad de Alzheimer es una pérdida gradual de la memoria a corto plazo, aunque también se presentan problemas del habla, incapacidad para reconocer cosas, olvidar cómo usar objetos ordinarios y tareas como apagar la estufa, cerrar las ventanas o las puertas con llave, además de cambios en la personalidad o el estado de ánimo.
La agitación emocional, los problemas de memoria y la falta de capacidad de juicio aparecen gradualmente y pueden ocasionar comportamiento fuera de lo común, aunque varían de un individuo a otro y su progresión depende de cada persona. En otras formas de demencia, los síntomas pueden presentarse de súbito e ir y venir.
Cabe aclarar que si una persona tiene cualquiera de estos síntomas, no necesariamente quiere decir que padece de Alzheimer porque es normal olvidar algo o tener mal juicio. El problema está cuando estos episodios se hacen más frecuentes o son peligrosos.
Identificar los síntomas tempranos de Alzheimer puede ser muy difícil, por lo que es necesario acudir con un especialista para que compare el estado de salud física y mental actuales con los anteriores. Los cambios en estas esferas y la capacidad para desempeñar las funciones diarias son de especial importancia.
Las personas que ya padecen la enfermedad pueden no darse cuenta de la severidad de los síntomas. Probablemente el médico requiera hablar con algún familiar o amigo cercano para conocer más la condición del paciente.
La primera evaluación para determinar el Alzheimer debe incluir un historial médico detallado, un examen físico, una evaluación de función mental y de las actividades de la vida diaria.
Si el diagnóstico confirma la enfermedad, la familia y el paciente deben considerar varios aspectos, como lo que debe hacer para el futuro cercano y lejano conforme la enfermedad progrese y solicitar asistencia en las etapas tempranas para asegurar que obtenga el tipo de cuidado más adecuado en su caso.
Cuando los exámenes no indican la presencia de la enfermedad, pero los síntomas continúan o empeoran, es necesario volver a consultar al médico y realizarse más exámenes de evaluación y, de preferencia, buscar una segunda opinión.
Ante la dificultad que representa aceptar un diagnóstico de Alzheimer, otros recursos de ayuda para el paciente, la familia y los proveedores de cuidado pueden ser la planificación financiera y médica, encaminadas a tomar decisiones en cuanto al lugar en donde vivirá y quién estará a cargo de proporcionar asistencia y cuidado cuando sea necesario