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Una farmacia que regala medicamentos

México D. F., 25 de Marzo (Redacción LaSalud.com.mx).- Over-the-Rhine es un barrio tristemente célebre de Cincinnati, Estados Unidos. Habitado en su mayoría por afromearicanos y aquejado por serios problemas de tráfico de drogas y violencia, este lugar no parecía ser la mejor opción para abrir una farmacia, al menos no para una farmacia convencional, pero ¿qué tal para una que regale los medicamentos?

Resulta difícil de creer que los poderosos Estados Unidos alberguen también a grupos de personas con severas carencias económicas, pero las cifras señalan que más de 46 millones de estadounidenses -sobre todo negros e hispanos- carecen de un seguro de salud. De ellos, sólo los más pobres (el 25 por ciento) son candidatos para el programa gubernamental Medicaid, destinado a personas sin recursos. En consecuencia, la mayoría se queda sin asistencia médica y medicamentos, a menos que encuentren clínicas gratuitas u hospitales financiados por organizaciones de caridad.

Esta situación llevó a que Joann Riley, responsable de las relaciones públicas de la clínica de asistencia cristiana Crossroad Health Center (situada en el mismo barrio y fundada en 1992), y el farmacéutico Chad Worz pensaran en organizar una farmacia que, al igual que la clínica, ayudara a la gente con o sin seguro sanitario.

Fue precisamente la apertura del Crossroad Health Center la que evidenció el hueco que existía en la atención hacia los pacientes, quienes, sin ninguna farmacia cercana y la mayoría de las veces sin dinero, no podían surtir las recetas que se les prescribían. De nada sirven las consultas si un paciente no puede tomar los medicamentos que se le indican.

Según Worz, su decisión de llevar una farmacia a la parte más pobre y conflictiva de Cincinnati sorprendió a muchos. “La gente me decía ‘¿Vas a abrir una farmacia en el núcleo del tráfico de drogas de la ciudad? ¿Estás loco?”, recuerda.

La farmacia está localizada en la planta baja del Crossroad Health Center, se construyó con cristales a prueba de balas y una mampara separa al farmacéutico y los medicamentos de los consumidores. Una subestación de policía ocupa una esquina cercana y Susan Lattier, responsable de atender la farmacia, lleva un botón de alarma colgado del cuello, para activarlo en caso de robo.

Por fortuna, todas estas medidas de seguridad no han sido probadas. En realidad, no hemos tenido ningún problema. La gente te lo agradece. Están muy agradecidos de que estemos aquí”, afirma Susan.

Lattier cuenta que las enfermedades que más se ven son la diabetes y el asma. “Casi todos los niños pequeños tienen anemia y necesitan suplementos de hierro. A los pacientes les cuesta pagar, incluso, el dólar o los dos dólares que les cuestan las tasas de reparto. Vienen y ven lo que van a tener que pagar y dicen ‘No tengo el dinero todavía. Tendré que volver’. Entonces, regresan en unas cuantas horas. No quieres saber cómo han conseguido el dinero”, relata la dependienta.

La clínica consigue fondos del gobierno local, la Universidad de Cincinnati, grupos religiosos e incluso de millonarios filántropos. Muchos de los medicamentos los paga el programa Medicaid. En ocasiones, las compañías farmacéuticas ofrecen descuentos, también reciben donaciones de medicamentos que no han sido utilizados. Se espera que esta iniciativa sirva de modelo a otras comunidades. (Con información de Reuters)

Redacción

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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