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La Incontinencia Urinaria Femenina

Por: Dr. Arturo García Mora, Coordinador de Urología Funcional del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán.

IncontinenciaUrinaria.mx.-La incontinencia urinaria, se define como la pérdida involuntaria de orina. Es una enfermedad altamente frecuente en mujeres por arriba de los 40 años. Se divide en dos tipos: la incontinencia de esfuerzo y la de urgencia, ambas con un origen y por lo tanto un tratamiento completamente distinto. Es más frecuente conforme se incrementa la edad, sin embargo, no quiere decir que sea normal, y cuando provoca deterioro de calidad de vida, debe ser tratada.

La incontinencia de esfuerzo, se refiere a la pérdida de orina durante esfuerzos físicos, es decir, tos, estornudo, caminar, correr, hacer ejercicio o levantar cosas pesadas. La razón más común por la cual aparece este problema, es por el antecedente de embarazos, especialmente si éstos culminaron en un parto por vía vaginal, lo cual incrementa el riesgo en alrededor de 7 veces, mientras que la cesárea, lo hace aproximadamente 3.5 veces. El mecanismo por el cual se presentan estas pérdidas de orina, es por una pérdida del soporte de la uretra (el conducto a través del cual sale la orina). La distensión de los tejidos durante el embarazo y el parto, provoca un desplazamiento de los ligamentos que sostienen a la uretra en su lugar, y por esta razón empieza a presentar algo que se conoce como hipermovilidad uretral, es decir, se desplaza durante los esfuerzos físicos en lugar de colapsarse. Otros factores de riesgo muy importantes son la edad y el sobrepeso. Éste último es el factor más controlable, por lo que uno de los primeros pasos en el tratamiento, pero aún más importante en la prevención de la incontinencia de esfuerzo, es la pérdida de peso y el incremento en la actividad física.

La incontinencia de urgencia, o vejiga hiperactiva, se refiere a la pérdida involuntaria de orina asociada a un deseo súbito, intenso de orinar, provocando la salida de orina antes de llegar al sanitario.  En este caso, se origina por anormalidades en la función de la vejiga que provocan que ésta se contraiga en momentos inapropiados. La mayor parte de estos casos, son idiopáticos, es decir, desconocemos la razón por la que se originan, pero muy probablemente esté dado por cambios relacionados a la edad.

Cuando coexisten ambos tipos de incontinencia, se conoce como incontinencia mixta, y ésta constituye la forma de incontinencia más frecuente. Generalmente, el componente de urgencia resulta ser el más molesto de los dos, por lo tanto, es el primero que se trata. 

Como ya se expuso, el origen de cada tipo de incontinencia es diferente, por lo tanto el diagnóstico adecuado es la piedra angular en un tratamiento exitoso, ya que la corrección de un componente no provocará la mejoría en el otro. Por esta razón, es muy importante determinar qué tipo de incontinencia provoca mayor deterioro en calidad de vida para la paciente. Cuando se va a ofrecer manejo conservador (ejercicios o medicamentos), el diagnóstico es clínico, es decir, con la historia clínica, exploración física y estudios de laboratorio básicos. Una vez que se decide realizar tratamiento invasivo, se recomienda realizar estudios para poder determinar de manera más precisa los mecanismos que originan el problema. Dicho estudio es la urodinamia, que consiste en la medición de presiones dentro de la vía urinaria durante diferentes momentos y al hacer algunas maniobras. 

El paso inicial en el manejo de la incontinencia de esfuerzo, es realizar ejercicios de piso pélvico, con el objeto de tratar de restaurar la función de los ligamentos debilitados, sin embargo, esto sólo logrará una mejoría significativa en la tercera parte de los casos. La mayor parte de las pacientes que busquen una cura prolongada y significativa de la incontinencia de esfuerzo requerirán manejo quirúrgico, que consiste en la colocación de una cinta para volver a dar soporte a la uretra. Es importante destacar que un error común es pensar que cuando se corrige la “vejiga caída” habrá una mejoría de la incontinencia, lo cual no tiene por qué ocurrir, ya que se trata de dos enfermedades distintas. La probabilidad de éxito cuando se elige el tratamiento adecuado son de alrededor del 95%, y los resultados son durables por lo menos hasta por 20 años.

En el tratamiento de la vejiga hiperactiva, la mayor parte de las pacientes podrán ser manejadas con medicamentos llamados antimuscarínicos, que buscan eliminar estas contracciones anormales de la vejiga. El problema de los medicamentos, es que los efectos adversos asociados a la toma de los mismos, hacen que el abandono de los mismos sea superior al 70%. Estos efectos incluyen boca seca, estreñimiento y visión borrosa. Cuando la respuesta a los medicamentos no es suficiente, o cuando la paciente no tolera los eventos adversos, se puede optar por el manejo invasivo, que se divide en dos tipos. El primero es la aplicación de toxina botulínica en la vejiga, la cual se administra mediante inyecciones con una cámara dentro de la misma, en un procedimiento conocido como cistoscopia. La otra opción es la colocación de un electrodo estimulador en el nervio que va hacia la vejiga, con lo que se logra un control de esta actividad anormal de la vejiga con el implante de una especie de “marcapasos” para la vejiga. Cualquiera de estas dos opciones son adecuadas, y la elección del tipo de procedimiento dependerá de una decisión entre el urólogo y la paciente, tomando en cuenta tiempos de duración, riesgos y costos de los mismos.

En conclusión, la incontinencia urinaria es una enfermedad muy común, que deteriora de manera significativa la calidad de vida y es susceptible de tratamiento. El manejo correcto depende de un buen diagnóstico, y hoy en día existen muy diversas opciones que ofrecen tasas de curación muy altas, con bajas probabilidades de complicaciones.

 

Redacción

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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