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Primavera, besos y revolución
Es la IV Marcha Lésbica que se dispone a salir del Zócalo al Monumento de la Revolución. Una vez más se empiezan a congregar una amplia variedad de mujeres de diferentes partes del país y el mundo. Expectantes, alegres, lúdicas, combativas, pues esta movilización constituye un logro para el amor sin límites.
Pero hay más, Mariana Pérez Ocaña y Yan María Castro, activistas convocantes, dan voz a las guerreras que vienen del mar, de la selva de concreto, del desierto en donde crecen los sahuaros, y de más allá de las fronteras. Pese a ello, se hermanan en esta gran fiesta para reclamar públicamente derechos históricamente negados.
Tres treinta de la tarde. Se disponen a dar lectura al documento central generado por el Comité Organizador de la Marcha Lésbica (Comal), en el cual invitan a tomar las calles para convertirlas en un espacio de visibilidad social, y por supuesto para amarse, porque %u201Cen cada beso hay una revolución%u201D.
Por fin, cuatro de la tarde. Escoltadas por un ejército de fotógrafos y reporteros, inicia el recorrido por las calles de Madero, Juárez, y de la República para posteriormente llegar al Monumento de la Revolución. Durante el transcurso comparten su entusiasmo y por supuesto esa inocencia y complicidad de un beso amantísimo. Las calles se encontraban repletas de transeúntes curiosos. En su gran mayoría les brindaron su apoyo con un aplauso a su paso.
A esta jornada en donde las mujeres fueron las protagonistas, expresando sus diferencias y coincidencias y un sin fin de consignas, los banderines ondeantes multicolores le dan ese toque de festividad.
%u201C¡A mi no me gusta el pan, a mi lo que me gusta es la tortilla nacional!%u201D, %u201C¡No hay libertad política, si no hay libertad sexual!%u201D, %u201C¡Pucha con pucha mujeres en la lucha!%u201D, %u201C¡No que no, sí que sí, ya volvimos a salir!%u201D. Ua banda al ritmo de los tambores le dio a la marcha esa caricia musical en donde se mezclaron olores y compases, creando una sinfonía vivencial y catártica.
Con el fin de compartir sus consignas y que los medios hicieran sus impresiones fotográficas y de reportaje, durante el recorrido a contraflujo se hicieron varias paradas en puntos estratégicos. Así pues las calles de Isabel La Católica, Bolívar, Paseo de la Reforma, y lugares como los palacios de Bellas Artes y de los Azulejos dieron cuenta de la diversidad de mujeres mexicanas, brasileñas, argentinas, cubanas, canadienses, españolas, francesas, nicaragüenses, bolivianas, estadounidenses.
También se apreció la variedad de colores, voces, vestimentas, posturas ideológicas, ya que igual te encontrabas con la chica banda de Chimalhuacán, la secretaria de cualquier oficina, la madre lésbica, la estudiante, la indígena, la activista de tiempo completo, la sindicalista, la feminista, la desempleada, porque las lesbianas están en todas partes.
Cinco de la tarde. Llegada al Monumento de la Revolución. Bienvenida por parte de la maestra de ceremonias Lurdes Barbosa de Litsa Radio. Yan María Castro da lectura al pronunciamiento y demandas de la 4ª Marcha Lésbica. %u201CEn cada beso una Revolución%u201D.
Enseguida la presentación de Las Krudas, mujeres cubanas que bajo el ritmo del hip hop hicieron bailar a más de una. Pronunciamientos intercalados de las organizaciones convocantes y visitantes de otras partes de México y del mundo. Presentación de Rocío Jaramillo, cantante que nos deleitó con su voz transparente. Aunque tarde se presentaron Las Reinas Chulas quienes regalaron dos melodías para finalmente a las seis treinta de la tarde, cerrar el evento, invitando a la magna fiesta que se llevaría a cabo en el Salón %u201CArriba mi Sinaloa%u201D con todo y banda musical.
Una vez más las lesbianas se hicieron visibles, teniendo en cuenta que %u201Clas palabras no son nunca el mejor lenguaje, porque después de todo: ¡En cada beso una Revolución!
Así pues, a las siete de la noche, poco a poco las asistentes se fueron perdiendo en la inmensidad de la Plaza de la Revolución, ya en pareja o en grupo. Las menos, solas, pero con la firme intención de volver el próximo año y no ser cien, ni mil, ni las cinco mil mujeres de este año, sino hacer lo posible para que esta cantidad sea la mayor posible.