México, D. F., 17 de septiembre.-Después de seis años del atentado contra el centro de negocios de Nueva York, (World Trade Center), aquel 11 de septiembre, será difícil olvidar para millones de personas de todo el mundo que, y al igual que como un servidor, quedaron petrificadas en las pantallas de televisión, en el sonido de la radio, en los gráficos de los diarios y en las portadas de las revistas, la desgracia humana, la tragedia y el significado de la palabra terrorismo.
Recuerdo que aquel 2001, estaba en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Máxima casa de estudios, cuando me sacudieron los rumores de que algo grande estaba ocurriendo en el vecino país del norte. Al principio, pensé ingenuamente, supuse que era un raro accidente de un piloto desquiciado. Más tarde, al estrellarse el segundo avión contra otra Torre, me di cuenta que la cosa se iba en serio. Quizá más de lo que llegué a pensar. Como todos ya conocemos la historia y el consecuente desenlace que tuvo. Casi como un rumor, la idea de que la guerra en Medio Oriente fue causada por ambiciones petrolíferas se empezó a filtrar en nuestro subconsciente. Y ahora no hay, prácticamente, dudas.
Luego de este fatídico episodio de nuestra historia mundial actual, surgió una incesante inquietud en este esbirro, por conocer e indagar al respecto; y de ¿porqué no?, encontrar respuestas a tan inusitada escena del terrorismo islámico. El fruto está ante tus ojos amable lector, y que a lo largo de las semanas compartiré contigo a través de mundodehoy.com.
Como todos pudimos observar por medio de los distintos canales de televisión dos aviones comerciales se impactan contra la fachada del World Trade Center (WTC) en las Torres Gemelas. Luego, las noticias advierten de muchos vuelos más siniestrados. Y uno de ellos, según la “versión oficial“, se estrella en las mismísimas fauces del Pentágono, el edificio más protegido del mundo. En Pennsylvania, otro Boeing 757 es derribado por la misma tripulación que, en un acto heroico, toman los controles y evitan una catástrofe mayor.
A simple vista, tales eventos no ofrecen lamentación alguna. Y todos, -por supuesto me incluyo- primero, nos sentimos tentados en pensar que fueron terroristas de Medio Oriente que, al mando de Osama Bin Laden y su grupo insurgente de Al Qaeda, hicieron su macabra labor: atentar contra la tranquilidad y seguridad de un país igualmente volátil como lo es Estados Unidos. Y aunque esto es verdadero, hay ciertas aristas que chasquean si uno las analiza con detenimiento. Las paradojas empiezan al estudiar atentamente el vuelo siniestrado en el Pentágono. Allí, no sólo los expertos terroristas pudieron hacerse con los mandos del vuelo y estrellarlo contra una delicada fachada de los primeros pisos del WTC (cuando hubiera sido más sencillo hacerlo sobre el raso y no tan ceñido al suelo) sino que, encima, violaron uno de los más complejos emblemas militares del planeta, el corazón de Washington y el mundo.
Para lograr su objetivo se valieron de un sistema sofisticado para evadir el radar del lugar, y la artillería que, en caso de violación del espacio aéreo entra automáticamente en funcionamiento. Lo lograron. Y con tan buen tino, que de los cinco anillos que conforman este lugar, impactaron y destrozaron sólo uno. Fortuitamente aquel que recientemente había sido refaccionado.
Finalmente cuando la NBC dio a conocer la filmación de este horror, que curiosamente no tuvo mucha repercusión, se aprecia como “algo” impacta en la base del edificio. Pero claro, ese “algo” no llega a observarse con mucha definición. Y si uno se toma la molestia de analizar una y otra vez la cinta, puede llevarse asombrosas sorpresas
Te invitamos a que nos envíes tus dudas, sugerencias e inquietudes acerca de este espacio al correo [email protected]
