Hepatitis C, enfermedad silenciosa
México, D.F.- El hígado es uno de los órganos más complejos y delicados del cuerpo humano. Es responsable de múltiples funciones y en los adultos puede llegar a pesar 1.5 kilogramos, lo que lo hace también el órgano más grande.
El hígado realiza un gran número de funciones, entre las más importantes están el almacenamiento y la transformación de las substancias que recibe por medio del torrente sanguíneo y el sistema portal (la vena portal transporta compuestos absorbidos en el intestino y en el estómago). Este órgano transforma y acumula substancias útiles para el organismo, como la glucosa (en forma de glucógeno), aminoácidos, grasas y vitamina A y B12.
También produce sustancias como la bilis, la cual favorece la digestión de algunos alimentos, además, se encarga de generar proteínas para transportar nutrientes a todas las células del cuerpo.
Sin embargo, la propensión del hígado a sufrir daños es grande, dada su exposición a substancias tóxicas (como el alcohol, las drogas o los medicamentos) o que se vuelven tóxicas con las transformaciones que tienen lugar en él (bioactivación). Precisamente, una función muy importante es la de convertir las substancias tóxicas en menos o no tóxicas para hacer más fácil su excreción.
Una de las características más importantes del hígado es su carencia de nervios, por lo que las enfermedades que lo afectan no pueden detectarse a través de algún dolor específico; por esta razón, los padecimientos hepáticos suelen diagnosticarse de manera tardía en la mayoría de los casos.
La enfermedad hepática más común es la hepatitis, que tiene diversas variantes. La hepatitis es una inflamación del hígado causada por: infecciones bacterianas o virales (como los tipos A, B y C), consumo de sustancias tóxicas (alcohol, medicamentos), o bien por una respuesta autoinmune que ataque al hígado (hepatitis autoinmune).
Existe un tipo muy raro de hepatitis vinculada con la sobredosis del medicamento denominado acetaminofen que puede ser mortal. Algunos tipos de hepatitis pueden curarse, pero si no son tratadas a tiempo se volverán crónicas y generarán un daño progresivo e irreversible que derivará en una cirrosis hepática, condición incurable que sólo puede resolverse con un trasplante.
El caso de la hepatitis C es especial debido a que en muchos casos no produce síntomas, no existe cura para ella y su detección suele ser casual y tardía, incluso cuando ya ha provocado cirrosis. Estas características han hecho de la hepatitis C un verdadero problema de salud pública (tan sólo en México se calcula que hay un millón de infectados) por lo que existen numerosas iniciativas para promover la prevención y detección oportuna, tal es el caso del 19 de mayo, instituido como el Día Mundial de la Lucha contra la Hepatitis C.
El tratamiento de esta enfermedad está dirigido a brindar una mejor calidad de vida a los pacientes, no a curarlos. Cabe recordar que un alto porcentaje (alrededor del 80 por ciento) de los casos desarrolla una infección hepática crónica y entre el 25 y 30 por ciento cirrosis. Los enfermos de hepatitis C también están en riesgo de presentar cáncer de hígado. La hepatitis C es la causa número uno de trasplantes de hígado en Estados Unidos.
Los principales factores de riesgo para la hepatitis C son los siguientes:
%u2022 Haber recibido una transfusión sanguínea anterior a 1992
%u2022 Usar drogas alucinógenas o inyectadas
%u2022 Haber tenido relaciones sexuales con personas infectadas
%u2022 Compartir artículos de higiene personal (cepillos de dientes, máquinas de afeitar)
%u2022 Estar en contacto frecuente con fluidos corporales (es el caso de los trabajadores de salud)
%u2022 Haber recibido hemoderivados u órganos antes de 1992
Los síntomas que denotan un posible problema hepático son:
%u2022 Ictericia (coloración amarilla en piel y ojos)
%u2022 Abdomen hinchado y/o doloroso
%u2022 Fatiga
%u2022 Pérdida del apetito
%u2022 Náusea
%u2022 Prurito
%u2022 Orina oscura y heces de color claro
%u2022 Ascitis (retención de líquido en el abdomen)