El cáncer de mama es una de las principales causas de muerte en mujeres, y las brechas entre zonas urbanas y rurales agravan el problema.
CancerDeMama.mx / Oncologia.mx .- En las comunidades rurales de México, la falta de acceso a servicios médicos básicos, los cambios en la alimentación que han aumentado el consumo de productos procesados y la resistencia cultural hacia la medicina preventiva crean un entorno desafiante para combatir enfermedades como el cáncer de mama. En estas áreas, donde las clínicas están a kilómetros de distancia y las costumbres tienden a priorizar otros asuntos sobre la salud preventiva, la detección temprana del cáncer de mama se convierte en un lujo inaccesible para muchas mujeres.
La campaña “Venzamos al cáncer de mama”, creada por el Comité de Médicos por una Medicina Responsable (PCRM), busca reducir el riesgo de cáncer de mama mediante la adopción de cuatro hábitos: elegir alimentos de origen vegetal (como vegetales, frutas, cereales integrales y frijoles), hacer ejercicio, limitar el consumo de alcohol y mantener un peso saludable. Recientemente, se realizó una activación en Acatzingo, Puebla, invitando a los ciudadanos a unirse a esta causa.
La prevención del cáncer de mama no depende únicamente de la medicina. Según el Instituto Americano de Investigación de Cáncer, hasta un 40% del riesgo de padecer esta enfermedad está vinculado a la alimentación. Las comunidades rurales, donde a menudo prevalece una dieta basada en productos de origen vegetal, pueden beneficiarse de esta correlación, ya que numerosos estudios indican que este tipo de alimentación ofrece mayor protección contra el cáncer en comparación con otros planes dietéticos. Sin embargo, es crucial que esta información llegue de manera efectiva a estas mujeres y que se les capacite sobre cómo optimizar su dieta para reducir riesgos.
El acceso limitado a la educación, especialmente en temas de salud, ha perpetuado la idea de que la prevención es innecesaria o incluso sospechosa, y el acceso a tratamientos es muy restringido. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2022 se reportaron 23,790 casos nuevos de cáncer de mama entre la población femenina de más de veinte años.
El cáncer de mama no solo es una cuestión de salud pública, sino también un reflejo de la desigualdad social y económica que enfrentan las mujeres en las comunidades rurales. Además, el impacto del cáncer en estas mujeres tiene consecuencias devastadoras para sus familias, ya que suelen ser las principales cuidadoras.
Ginny Martínez, educadora en nutrición e instructora certificada del programa “Comer para vivir” del Comité de Médicos por una Medicina Responsable, y sobreviviente de cáncer de ovario, afirmó: “Vencer el cáncer es posible, la educación en nutrición es la clave. Todas podemos mejorar nuestra alimentación y cambiar nuestros hábitos. El conocimiento salva vidas”.
Durante este evento, la Dra. Ilian Santoyo y la Nutrióloga Leslie Muñoz compartieron sus historias de recuperación a través de cambios en el estilo de vida, incluyendo una alimentación basada en plantas. La Radióloga Dra. Laura Esther González, especialista en mama, proporcionó información valiosa sobre la importancia del autocuidado.
La solución a esta problemática requiere un enfoque integral que no solo contemple la mejora de la infraestructura médica en áreas rurales, sino también la educación y sensibilización sobre la importancia de la prevención. Es fundamental trabajar de la mano con líderes comunitarios para retomar el estilo de vida saludable que prevalecía en estas zonas, disminuyendo el consumo de alimentos procesados.
El cáncer de mama es una de las principales causas de muerte en mujeres, y las brechas entre zonas urbanas y rurales solo agravan el problema. Para que la prevención llegue verdaderamente a todas, es imprescindible que las políticas públicas sean inclusivas y que se privilegien la educación, la concientización y el regreso a hábitos saludables.
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