Proceso constante que empieza en el momento en el que nacemos y termina con la muerte, el metabolismo, en el organismo humano, se refiere al conjunto de reacciones químicas que tienen lugar en las células del cuerpo para producir la energía requerida en el desarrollo de sus funciones vitales.
En nuestro cuerpo, se llevan a cabo diariamente diversas reacciones metabólicas. En algunas de ellas, los alimentos o bebidas que ingerimos pueden ayudar a que el metabolismo funcione de mejor manera. Un ejemplo es la cerveza. En cantidades moderadas, esta bebida fermentada, además de asimilarse fácilmente, contribuye a la digestión estimulando el apetito, provocando la secreción de jugos gástricos y activando los movimientos del estómago.
Asimismo, el consumo moderado de cerveza puede contribuir a mantener niveles más altos de glucosa plasmática, atenuando las respuestas hormonales del estrés y, en consecuencia, conservando un adecuado funcionamiento del metabolismo. Las vitaminas contenidas en la cerveza también favorecen un metabolismo sano: la B12 actúa sobre el sistema nervioso, la B2 facilita la digestión y la B1 tiene efectos sobre el metabolismo de los glúcidos y el ácido fólico.
Por otro lado, se ha observado que el consumo moderado de cerveza, tanto en su variedad tradicional como sin alcohol, tras realizar ejercicio físico en condiciones de elevada temperatura ambiental y abundante transpiración, permite recuperar las pérdidas hídricas en medidas similares al agua.
Debemos tener en cuenta que un metabolismo sano es fundamental para el buen funcionamiento de todos los órganos del cuerpo, la regeneración celular y en la labor de deshacerse de sustancias nocivas como las toxinas. Teniendo en cuenta los serios riesgos que encierra el abuso en el consumo de cerveza para la salud, cada vez son más las investigaciones que demuestran que, con moderación, la cerveza contribuye a un metabolismo saludable del organismo en personas que llevan un estilo de vida sano.
