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Rebasa contaminación auditiva en DF niveles recomendados por la OMS

En esta ciudad la diversidad de ruidos es muy amplia, los hay desde potentes altavoces, cláxones ymotores hasta el zumbido de un mosco, el aletear de un ave o las melancólicas notas que escapan de un “cilindro”, que se han vuelto imperceptibles para el oído humano.


En las líneas del Sistema de Transporte Colectivo (STC), Metro
los decibeles emitidos por el tren y los aparatos de los vendedores de discos compactos lastiman los tímpanos de los usuarios y causan estrés.


En toda la red del STC proliferan ambulantes con aparatos de
sonido a todo volumen para anunciar temas de la más variada e
inimaginable música. Los niveles alcanzados en un vagón del Metro en estas condiciones rebasan los 100 decibeles, cuando el límite superior deseable recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) no debe exceder los 50.


Según la autoridad del Centro Histórico, Alejandra Moreno
Toscano, la contaminación auditiva en esta zona de la ciudad
ocasionada por el tránsito vehicular y el comercio afecta la
capacidad de concentración de los niños en las escuelas, la
productividad en centros de trabajo y limita el descanso.


Para aliviar esta situación, en días pasados el Gobierno del
Distrito Federal instaló un equipo de trabajo interinstitucional
sobre riesgos ambientales, cuyo objetivo es disminuir los actos y niveles de contaminación auditiva mediante unidades remotas de medición.


Otra medida adoptada para bajar los niveles de ruido son multas pecuniarias que van de los mil a los cinco mil salarios mínimos, las corporales que son de dos a seis años de cárcel o las sanciones administrativas a que haya lugar según el Artículo 346 del Código Penal del Distrito Federal.


Las penas se aplicarán a las personas que rebasen los 65
decibeles entre las 6:00 y las 20:00 horas, o los 62 decibeles entre las 20:00 y las 6:00 horas.


Un informe de la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento
Territorial capitalina y de la Subprocuraduría de Protección
Ambiental de finales de 2008 revela que la principal causa de
contaminación acústica en la ciudad es la actividad humana, el
transporte, la construcción de edificios y obras públicas, y la
industria.


Según informes de la OMS se considera los 55 decibeles como
límite superior deseable al aire libre y sugiere valores adicionales para ambientes específicos: viviendas 50; escuelas 35; conciertos y festivales 100 decibeles y comercio y tráfico 70.


El informe refiere que el ruido perturba las actividades comunitarias interfiriendo la comunicación hablada; alterando el
sueño, el descanso, y la relajación.


También impide la concentración y el aprendizaje y, lo que es
más grave, crea estados de cansancio, tensión e irritabilidad
exagerada que pueden degenerar en enfermedades fisiológicas, como la pérdida de audición, de tipo nervioso o problemas cardiovasculares.


El documento reconoce que el ruido presenta grandes diferencias con respecto a otros contaminantes. Una de sus características más relevantes es su compleja regulación en materia legal, debido a que su cuantificación es compleja.


Al respecto, Fausto Rodríguez Manzo, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señala que el principal problema que impide mejorar el “paisaje acústico” de la ciudad es la falta de leyes, reglamentos o algún tipo de instrumento jurídico que permita regular la cantidad de ruido en los diferentes espacios urbanos.


Agrega que en México existe una norma ambiental que se aplica
sólo a fuentes fijas de ruido, que señala un límite de 62 decibeles de día y 65 de noche.


En opinión del también jefe del Departamento de Proceso y
Técnicas de Realización de la UAM Azcapotzalco, esta norma resulta parcial porque no incluye el problema en su conjunto, sino sólo tiene que ver con los problemas particulares.


Es decir, no incide sobre los sonidos generados por el tránsito
vehicular, industrias o comercio informal. “No se refiere al ruido en la ciudad, sino aun establecimiento determinado”, consideró.


Afirmó que la ausencia de normas en México que regulen las
generación de ruido se debe a que el país es de los pocos en el mundo donde el ruido no es un asunto prioritario ni forma parte del entorno urbano.


Comentó que a consecuencia del incremento en la generación de ruido cada día se tienen que aumentar los sonidos para “enmascararlo” por lo que los niveles de sonido en las ciudades pasan de 0.5 a un decibel por año.


El especialista indicó que la contaminación acústica altera las
condiciones normales de un entorno urbano determinado y causa graves daños a la calidad de vida de las personas.


Destacó que la investigación del “paisaje acústico” se ha
centrado más en el control del ruido y a explorar las molestias, pero no las preferencias; a hacer investigaciones cuantitativas y no cualitativas.

Redacción

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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