La muerte de la piel puede ocasionar amputaciones
Por Ady Corona
México, D. F., 3 de agosto (Mundo de Hoy).- Casi nunca reparamos en el daño que le podemos hacer a nuestro cuerpo si no lo cuidamos, pensamos en que si padecemos de algo lo podemos tratar para que después se quite el malestar; sin embargo, hay padecimientos que no tienen cura, como la diabetes, y otros en los que si no se extreman cuidados pueden ocasionar que perdamos una parte de nuestro cuerpo.
Ahora podemos comenzar al revés, hablar de las enfermedades que ya padecemos, algunas de las cuales podemos evitar, para llegar al punto importante; de este modo, cabe enumerar que el fumar, consumir alcohol, tener quemaduras, algunas lesiones traumáticas derivadas de un aplastamiento de alguna extremidad, padecer ateroesclerosis, diabetes, falta de coagulación sanguínea, hernias o incluso el ser adicto a las drogas por vía intravenosa pueden producir lesiones en diversas partes de nuestro cuerpo y en tejidos de la piel que si no se cuidan pueden convertirse en llagas, las cuales, si se infectan, pueden ocasionar gangrena y por consiguiente, la pérdida o amputación de la parte afectada.
La gangrena es la muerte del tejido del cuerpo que si no recibe buena oxigenación y se infecta, se extiende y abarca otras extremidades, la más frecuente es el pie, derivada de una diabetes mal cuidada.
Existen tres clasificaciones de gangrena: la seca, que se caracteriza por la falta de circulación de la sangre que provoca deshidratación en el tejido afectado; húmeda, un tanto más delicada, porque los tejidos dañados se humedecen y se infectan por una bacteria, y por último la gaseosa, que se llama así por la apariencia que toma la piel dañada a consecuencia de una bacteria que produce burbujas en la herida.
Los más propensos a sufrir de gangrena son aquellos que padecen de diabetes, así como los que ya salieron de una cirugía y la herida no cerro ni sanó completamente, por lo cual es necesario extremar cuidados.
Entre los síntomas que el afectado presenta son hinchazón de la parte dañada, acompañado de dolor e incluso entumecimiento ante la falta de irrigación sanguínea; asimismo, la piel comienza a presentar descamación, cambios de color hasta ponerse negruzca, la apariencia es brillosa como si quisiera reventar y tiene emanación de secreciones espumosas. No obstante, las náuseas, vómito y la fiebre rematan el cuadro sintomatológico del paciente, por lo cual es necesario acuda al médico para que le practique pruebas de sangre así como del líquido que sale de la extremidad dañada, además de una serie de tomografías para detectar el punto de partida de la gangrena.
Si se actúa a tiempo se puede controlar con antibióticos que son administrados vía intravenosa que incluye también la aplicación de disolventes sanguíneos para facilitar el tránsito de la sangre. Si el médico ve que el tejido está muy dañado y puede generar una propagación de la infección, opta por cortarlo, pero si ya está muy avanzado, la amputación es el último recurso.
Aunque no todo termina ahí, pues el área que de donde fue amputada la parte del cuerpo necesita someterse a medidas estrictas de limpieza y tratamientos a base de oxígeno a alta presión.
De esta manera, es mejor mantenerse en las mejores condiciones si ya se padece de alguna enfermedad como la diabetes, porque de lo contrario no sólo se tendría que batallar con los síntomas adversos del padecimiento, sino con las secuelas psicológicas que dejarían el ser víctima de una amputación de una o varias partes de nuestro cuerpo.